Se estima que el 20% de los usuarios de anteojos no renueva sus lentes por 5 años o más. Estas personas no cambian sus lentes hasta que están rayados, rotos o tienen otro problema. Sin embargo, esta no es la forma correcta de mantener nuestros ojos sanos.
No esperes a notar que estás perdiendo calidad de visión con tus lentes actuales. Anticípate acudiendo a revisión visual cada año en la óptica para comprobar si tus dioptrías han variado o no. Recuerda que la prioridad para renovarlas debe ser siempre que respondan al fin para el cual están concebidas: mejorar nuestra calidad visual, compensando a la perfección los defectos refractivos que podamos tener (miopía, hipermetropía, astigmatismo, presbicia).
Por otra parte, si al llevar tus lentes actuales, notas síntomas como visión borrosa, molestias oculares, dolor de cabeza, parpadeo constante, cansancio, será fundamental que visites la óptica cuanto antes, ya que esto es señal de que tus lentes no son las correctas para mejorar tu vista. Lo que debes evitar es comprar lentes premontadas, también conocidas como lentes de farmacia. Te puede parecer la solución más rápida y barata, pero realmente es la menos segura para tus ojos.
Las gafas graduadas deben cambiarse cada año o cada dos años. Aunque en algunos casos el tiempo es menor. Todo depende de cuánto varíe la distorsión visual, ya que realmente las gafas tardan muchísimo en dañarse. Lo recomendable es ir mínimo una vez al año al especialista para tener un control.
Se aconseja cambiar de gafas de sol cada 2 a 3 años, dependiendo de cuánto estén expuestas al sol, porque los rayos del sol degradan mucho el material polarizante.
¿Qué pasa si no los cambio?
Se estima que el 70% de los pacientes que usan lentes requieren reemplazo. Esto se debe a que creen que pueden ver muy bien. En estos casos, y cuando usas protector solar de mala calidad por motivos de salud, puedes aumentar tu visión o enfermarte, lo mejor para evitar daños mayores es acudiendo a la óptica.